
Uno de los temas que me encanta investigar y hacer mis auto-ensayos es sobre el aprendizaje y el mundo mágico del cerebro.
Desde mi perspectiva, el cerebro es como un mundo mágico, que tiene la facilidad de crear su propia realidad, y esto a partir de la construcción del lenguaje, propiamente la comunicación. Desde
En mis sesiones de coaching, complemento como herramienta de gran influencia para la la formulación de preguntas, los metaprogramas del lenguaje y de esta manera profundizar la comunicación con mis clientes o coachees; para que sean conscientes de poder identificar sus principales procesos mentales y de qué manera pueden mejorar para el logro de sus objetivos.
Estos procesos mentales son quienes guían y dirigen nuestros comportamientos y que nos diferencia de una persona a otra.
En general los metaprogramas no son ni buenos ni malos. Cada persona presenta aspectos positivos y negativos.
La clave en las relaciones interpersonales (niveles de comunicación), es ser flexibles y comprender el modelo mental del otro, y hablarles en su lenguaje. Ten en cuenta que el cerebro elimina información, simplifica, distorsiona el significado, hace presuposiciones y finalmente hace generalizaciones y todo esto es expresado a través de las palabras (lenguaje/pensamiento).
Nos suele gustar las personas que son como nosotros (con metaprogramas similares) y nos suele resultar difícil llevarnos bien con las personas distintas a nosotros. Los metaprogramas pueden variar a lo largo del tiempo, a medida que aprendemos nueva información o vivimos experiencias importantes.
Se pueden identificar los metaprogramas de una persona a partir del lenguaje que emplean, para ello debemos aprender a ESCUCHAR, para luego formular las preguntas correctas o adecuadas para cada caso.
En procesos desarrollo personal, procesos de coaching y PNL, podemos lograr grandes procesos de cambio, a través la re-estructuración de los modelos mentales (modelamiento).
Para el tema de ventas, les comparto a mis alumnos, que al utilizar un mismo lenguaje estamos sintonizándonos en la misma frecuencia con nuestros clientes, y nuestro mensaje acerca del producto llegará con mayor claridad o entendimiento. De esta manera el cliente escucha la señal perfecta y por ende procesa la información de manera más eficiente y lo que es mucho mejor; hemos llegado al mundo mágico del cerebro de nuestro cliente.